¿Y si realmente nos comportáramos con los demás como nos gustaría que se comportaran con nosotros?
¿Y si tratáramos de infundir en los demás respeto y amor en lugar de miedo y temor?
¡Cuán agradable sería la existencia si esta simple práctica fuera común entre todas las personas!
Y hablando de nosotros; ¿tú la llevas a cabo? ¿siempre? ¿hay algo por lo que te valga más la pena no hacerlo?
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Recordemos la cita de Mahatma Gandhi:
“Al final todo se resume en ser amable.”
Pues eso; ¡seamos amables!
¡Amémonos y cuidémonos unos a otros y entre todos crearemos el paraíso en vida!
El amor no puede ser mezclado con el temor, así que procura que este último ingrediente se queda fuera del menú.
Juzga a los demás no por sus bienes y apariencias, sino por sus costumbres y hábitos. O mejor aún; NO LOS JUZGUES, y brinda a cada persona la posibilidad de dibujar con sus acciones en un lienzo en blanco quién es realmente, sin prestar atención a lo que tu mente y sus secuaces los prejuicios deciden que es.
ADVERTENCIA: La mente y sus secuaces hablan mucho y muy alto. Procura mantener la distancia de seguridad COVID y que no se quiten la mascarilla.
A menudo, una materia buena se echa a perder si el artista no es bueno. Conviértete en el mejor de los artistas y hallarás materia de primera calidad en cada persona que te cruces. Todo depende de tu habilidad en ello.
Cuán agradable es la vida cuando dejamos a un lado lo superfluo y nos limitamos a seguir las simples leyes de la naturaleza. Cuán agradable se vuelve para los que la siguen y cuán amarga y complicada para los que se rigen por las pesadas y complejas leyes del que dirán.
Leyes que consiguen que tu corto tiempo de vida se vuelva más insignificante aún. Infinita es la velocidad del tiempo, que engaña a los que esperan al futuro, y que se vuelve visible para los que se dan la vuelta y miran hacia el pasado cuando su último momento se acerca.
Pregunta a estos últimos que ven con mayor claridad y te dirán…
Que antes no solía parecerles tan veloz el tiempo.
Que ahora se les presenta como una carrera increíble, porque ahora se empiezan a dar cuenta de que se acerca el final.
Que ahora son capaces de distinguir e ignorar lo superfluo; ese ladrón de vida que se lleva mucho más de lo deseable.
Que la mejor manera de enfrentar los males inevitables de la vida es con el arma de la ecuanimidad.
Que el bien de la vida no se encuentra en su duración, sino en su uso.
Una vez te digan esto, es posible que te pidan algo:
Que cuando se vayan a dormir; les digan que puede ser que no se despierten.
Que cuando se hayan despertado; les digan que puede ser que no duerman más.
Que cuando salgan a la calle; les digan que puede ser que no regresen más.
Que cuando regresen; les digan que puede ser que no salgan más.
Estoy seguro de que también te dirán; que en cualquier lugar, la distancia entre la vida y la muerte permanece igual de pequeña.
La naturaleza nos ha creado hábiles para aprender, con una razón imperfecta, y que podemos y debemos perfeccionar.
Razonemos juntos sobre la sabiduría, sobre la justicia, sobre la valentía y sobre la templanza.
Y sobre todo, recordemos juntos, que TOCA VIVIR.
Si te ha gustado este tema te recomendamos la lectura de la Meditación Diaria IV: «Cómo ser bienvenidos en cualquier parte» y la Meditación Diaria XIII: «La muerte no nos llama por orden de edad».
Antes de despedirnos por hoy, desearte un muy feliz y provechoso día, y recordarte que si te ha gustado esta meditación diaria, puedes suscribirte al podcast y compartirla con alguien cercano a quien pienses que le puede venir bien. ¡Gracias y hasta mañana!
#TOCAVIVIR
Libro empleado
La meditación de hoy está inspirada en las Cartas XLVI, XLVII, XLVIII Y XLIX del libro «Cartas a Lucilio».
*Los libros empleados y mencionados en las Meditaciones Diarias y posts de tocavivir.com puedes encontrarlos en el apartado «Libros» que encontrarás en el Menú Superior.